miércoles, 13 de enero de 2010

Decíamos ayer… (14)

Según la voluminosa e interesante novela La rebelión de Atlas, de Ayn Rand, Dagny, una de las protagonistas … “Un círculo, pensó, es la marcha ideal de la naturaleza física. Pensó que, en el universo inanimado que nos rodea, el movimiento sólo es circular. En cambio, la línea recta es la impronta humana, una abstracción geométrica que tiene rutas, rieles y puentes; corta las indeterminaciones sinuosas de la naturaleza, gracias a un movimiento lleno de sentido desde un principio hacia un fin… […] Pensó también que no era adecuado que la vida humana fuera circular o una serie de círculos cayendo como ceros a sus espaldas; la vida de las personas debía ser una línea recta de movimiento, entre un propósito y otro mayor, cada uno conduciendo al siguiente y hacia una suma, cada vez más elevada, del mismo modo que lo era un viaje en tren entre estación y estación hasta… pero… ´¡Oh!´ ´¡Basta!´, exclamó interiormente. … ´Basta´ –se repitió con tranquila severidad, como ahogando el grito de una extraña herida–. ´No pienses en eso, no vayas demasiado lejos´”.

Dejando a un lado las metáforas geométricas y ferrocarrileras, yo me pregunto: ¿Es el hombre solo naturaleza o más que naturaleza? ¿Por qué el movimiento de la naturaleza es circular y el del hombre rectilíneo? ¿Qué significa la impronta humana y quién la imprimió en el hombre? Si la trayectoria del hombre y su movimiento son rectilíneos y llenos de sentido, desde un principio hacia un fin, ¿cuál es el principio y cuál el fin? ¿Qué significa el propósito de cada hombre, en cuanto ser humano, y en qué consiste? ¿Por qué Dagny se asusta de ir demasiado lejos? ¿Qué significa ir demasiado lejos? ¿Cuán lejos? ¿Es que nos espera el abismo? ¿Qué abismo? ¿Cuál es en el hombre el grito de la extraña herida? ¿Cuál es la herida? ¿Quién es John Galt?

Amable Sánchez

1 comentario:

Anónimo dijo...

Si la memoria no me faya, Dagny en esa parte de la novela esta desalentada, piensa que no tiene sentido seguir intentar avasando en un mundo que parece que exige retroceder. Empieza a pensar en varios proyectos emprendedores que podría mejorar la vida de la personas con quien trato circunstancialmente en el día, y aborta su pensamiento con un "basta".
Lamentablemente es la situación del mundo de hoy. ¿realmete se puede tener entusiasmo y espíritu emprendedor en una coyuntura en la que el gobierno de turno puede dar por tierra con ese proyecto con un mero decreto? Como que uno se da por vencido antes de empezar.
La dirigencia política parece insistir con las ideas perjudiciales y no solo tiene el poder de imponerlas el la práctica sino además la facultad de hacer creer que son buenas a través de la educación temprana y demás instrumentos que tiene el estado.
Pero creo que la cosa no termina ahí. Para completar este patético cuadro, hay que decir que los políticos no tienen las ideas equivocadas, tienen las ideas correctas en vista al fin que ellos se han propuesto.