viernes, 29 de mayo de 2009

Un tema de candente actualidad, escrito hace 317 años

Referente a las siempre existentes demandas por justicia, hay que leer de Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán en su Historia de Guatemala "Recordación Florida", 1695, Capítulo XI Libro Decimosegundo: "De la necesidad que hay de la justicia y de jueces que la administren en las repúblicas, sin lo cual no pueden conservarse en paz y concordia". Hacia el final del capítulo mencionado se lee textualmente: "San Augustín dice que es verdadera cosa, que sin suma justicia no se podrá regir una ciudad ni que podrá permanecer en paz y concordia. Prueba el santo Dr. esta sentencia con dos autoridades; la una de Lelio Romano que dijo: Que ningún enemigo más pernicioso puede tener la república que la injusticia; y la segunda es de Scipión, que defendiendo la república dijo no ser cosa que res populi , cosa del pueblo, y debe discurrirse y pensarse que pueblo quiere significar, no cualquiera gente; ó multitud de hombres ayuntada, sino aquellos hombres que con jurisdicción y de común consentimiento son congregados para la utilidad de todos los contenidos en aquel pueblo; y añadió Scipión a esto, que la república bien regida y justamente gobernada, entonces era república, y que cuando no era nula y aniquilada; de donde se colige ser imposible que ningún pueblo, ciudad, reino o república pueda conservarse sino es por medio de la justicia y de leyes justas con que se haya de gobernar; ....[y] concluiremos este discurso con lo que dice Platón, que la justicia es singular y único don y el mayor bien que acá Dios comunicó a los vivientes; porque de ella nace la paz y concordia; esta es su obra y el fin que pretende (como dice Ysaías) Opus justitia Paz". (Fin de la cita.) Me parece ser un tema de candente actualidad, escrito hace 317 años por un ilustre autor guatemalteco.

Jens P. Bornholt

miércoles, 27 de mayo de 2009

El suicidio asistido

El estado de Washington aceptó el 5 de marzo pasado una disposición que permite el suicidio asistido. Esta es semejante a la del vecino estado de Oregón que ha permitido que alrededor de 400 personas terminen voluntariamente con sus vidas en los últimos 10 años.

La señora Linda Fleming de 66 años de edad -- victima de un cáncer pancreático -- fue la primera persona que aprovecho el nuevo estatuto conocido como “ley para permitir la muerte con dignidad”. Su médico le prescribió los barbitúricos que acabaron con su vida.

Este tipo de disposiciones legales, que probablemente veremos cada vez con mayor frecuencia, han generado y sin duda seguirán generando acalorados debates entre quienes defienden la vida sobre todas las cosas y aquellos otros que defienden el derecho de cada persona a morir en las circunstancias que cada quien considere convenientes.

Si bien el suicida no puede nunca ser castigado legalmente, quien ayuda al suicida a terminar con su vida si puede ser sujeto de una sanción legal. Las leyes de estos dos estados de la Unión Americana descriminalizan esa ayuda, pero, ¿qué decir respecto de la moral de los médicos que los ayudan? ¿Es licito para quienes han jurado defender la vida ayudar a morir a quienes asi lo desean? ¿Cualquier tipo de vida vale la pena?

Todas estas preguntas y mas estan sobre el tapete de la discusión.

Roberto Blum

lunes, 25 de mayo de 2009

¿Es legítimo pedir justicia?

El domingo pasado por la noche, el Dr. José Miguel Insulza, Secretario General de la Organización de los Estados Americanos, dijo saliendo del aeropuerto: “Es legítimo pedir justicia”. (Prensa Libre, Guatemala, Lunes 25 de mayo de 2009). Si con esto se refirió a un derecho innato a la persona, estamos de acuerdo; si a un derecho sólo concedido por el Estado, casi como si fuera una limosna, no podemos estarlo.

No se trata, pues, de conceder o regatear un derecho que la sociedad civilizada ha adquirido durante siglos de evolución social y cultural, para lograr vivir en común, de una manera libre y responsable.

Sería incluso inmoral no “pedir justicia”, cuando se percibe que no se respetan y respaldan con transparencia y honestidad los derechos de todos los ciudadanos.
Las diferencias de raza, sexo, generaciones, credos religiosos y otras hacen de la sociedad una mezcla cultural que torna la vida más interesante y estimulante. No necesito un Gobierno que me enseñe cómo tengo que relacionarme con mis vecinos, sino, todo lo más, que me sancione cuando piden justicia porque no los respeto.

Toda la tarea del Gobierno se reduce, prácticamente, a velar por la seguridad, para que los ciudadanos puedan convivir en libertad y pacíficamente.

Erika Bornholt

El día que dejemos de soñar

El día que dejemos de soñar, creer y esperar en lo imposible, nos inutilizaremos para realizar cualquier cosa posible.

Amable Sánchez

La evolución de la moral y la ética

Si la moralidad no comenzó con la aparición de los seres humanos o con la religión, tampoco podríamos esperar que haya alcanzado su culminación con nosotros en la actualidad.

La moral, y la ética como la reflexión racional sobre la moral, sin duda han evolucionado, están evolucionando y lo seguirán haciendo en el futuro.

Ray Kurzweil* sueña con convertirse en un ciborg – un organismo cibernético – un cuerpo humano al que se le han implantado diversos elementos tecnológicos para aumentar su inteligencia, su fuerza, su resistencia y su longevidad. Aun más, Kurzweil sueña en poder “upload” su personalidad – inteligencia, memoria y voluntad – a una computadora y así poder vivir eternamente en el ciberespacio. Algo que muchos creen no es imposible.

Los sorprendentes avances tecnológicos nos obligan a plantearnos preguntas acerca de los dilemas morales que habremos de enfrentar muy pronto. La clonación humana, la manipulación de embriones, los diversos implantes corporales y pronto aquellos otros para mejorar nuestras mentes, los bebes “a la carta,” etc., son posibilidades que quienes hoy vivimos y especialmente los jóvenes enfrentarán muy pronto.

Kurzweil afirma que para el año 2045 llegaremos a lo que diversos pensadores han llamado la “singularidad,” una nueva etapa en la evolución del universo.


*R Kurzweil is an inventor and a futurist. He has been a pioneer in the fields of optical character recognition (OCR), text-to-speech synthesis, speech recognition technology, and electronic keyboard instruments. He is the author of several books on health, artificial intelligence (AI), transhumanism, the technological singularity and futurism.

Roberto Blum

martes, 19 de mayo de 2009

Destino: todos somos como

Destino: todos somos como un pajarillo en la mano de Dios. Un día Dios cierra la mano y nos quedamos dormidos en ella. Así empieza el vuelo definitivo.

Amable Sánchez

El origen de la moral

Darwin pensaba que la gente nacía para ser moral y apoyaba esta idea en su observación del comportamiento de los animales. Relata cómo un perro al que conocía nunca pasaba cerca de un canasto en el que había un gato enfermo sin lamerlo unas cuantas veces. Esto, sostiene Darwin, es una clara señal de los tiernos sentimientos del perro.

El reconocido primatólogo Frans de Waal escribió que, si bien los chimpancés (Pan Troglodytes) son nuestra imagen demoniaca, los bonobos (Pan Paniscus) podrían ser nuestro rostro angélico. Y sigue: “Si bien aquéllos resuelven sus diferencias sexuales mediante la agresión, éstos resuelven sus conflictos de poder mediante el sexo”.

Actualmente los expertos han descubierto que, al hacer un escaneo del cerebro de algunas personas y observar sus respuestas a los dilemas morales que se les plantean, el estímulo activa centros emocionales localizados en lo profundo del cerebro. En lugar de ser fenómenos que radican en la superficie de nuestra neo-corteza, como pudiera esperarse, la toma de decisiones morales es más bien el resultado de los millones de años de evolución que hemos vivido como animales sociales.

Quizás esto parezca obvio, pero sin duda contradice la idea de que la moralidad es algo reciente, de que su origen está en la religión, y de que se manifiesta como el resultado de una delgada capa cultural.

Roberto Blum

jueves, 14 de mayo de 2009

¡Ay, aforismo, aforismo: / cuánta cumbre en cuánto abismo!

El amor sólo puede ser libre y gratuito: no es genuino el amor del que –de manera solapada unas veces y de manera descarada otras– amenaza siempre con avasallar la libertad de aquel a quien supuestamente se ama.

Amable Sánchez

miércoles, 6 de mayo de 2009

¡Bienvenidos!

Si bien siempre ha sido importante pensar sobre el bien y el mal, hoy es vital reflexionar e investigar sobre los principios de la ética.

Tradicionalmente, esta labor la han realizado los teólogos y los filósofos. Hoy esto ya no basta. Es cierto que la teología y la filosofía fueron antecesoras de las ciencias. Las ciencias empíricas han alcanzado ya una madurez que les permite enfrentar con éxito esta delicada labor. Creemos que la ética, en cuanto disciplina, ha llegado también a la cima en este sentido.

En el mundo existen innumerables instituciones dedicadas a la reflexión e investigación de los problemas éticos. Numerosos investigadores, usando los métodos de las ciencias naturales, encuentran respuestas a las preguntas que todos nos hacemos sobre cómo actuar bien, cómo tomamos las decisiones morales, o cómo definir lo bueno y lo malo, en un mundo tan complejo y tan diverso como el nuestro.

Creemos que el nombre de David Hume, ese escocés universal, marca una pauta y una dirección relacionadas con lo que intentamos hacer en el Centro de Ética de la Universidad Francisco Marroquín. Hume está en el centro de la tradición que hemos recibido: llega con una mano hasta los estudiosos de la Universidad de Salamanca, de los siglos XVI y XVII, y con la otra hasta Carlos Darwin y los que adoptaron su “peligrosa idea” de la evolución y la selección natural.

Iniciamos hoy este blog, para abrir un nuevo espacio a la discusión y reflexión en torno a la rica experiencia de ser personas libres y responsables en un ambiente de libertad. Tal es nuestro propósito y nuestra ambición. ¡Bienvenidos!

Roberto Blum

¡Ay, aforismo, aforismo: / cuánta cumbre en cuánto abismo!

Solamente seremos respetables y tendremos derecho a ser respetados en la medida que seamos respetuosos con los demás.

Amable Sánchez