viernes, 4 de diciembre de 2009

Mas sobre "El origen del hombre" en la UFM


Hasta antes de Copérnico y Galileo, se creía que la Tierra era el centro del universo. Los avances de la ciencia cambiaron esta perspectiva. Desde mediados del siglo pasado, la Iglesia Católica aceptó la teoría de la evolución, pero hizo énfasis en que el alma inmortal del hombre es una creación especial de Dios.


Charles Darwin, quizás el más influyente científico de los últimos doscientos años, jamás dijo que proveníamos del mono; tampoco que únicamente sobreviven los más aptos, ni que los genes se refuerzan con el tiempo. Aún hoy, 150 años después de la publicación del Origen de las especies, existen muchas interpretaciones equivocadas del pensamiento evolucionista.


La evolución mediante la selección natural es un proceso que no tiende a la perfección de ninguna especie. Las especies se adaptan lentamente a su medio ambiente, en un proceso que está impulsado por la diversidad genética de los individuos que las componen.


Se mencionó en el almuerzo del Centro de Ética David Hume la controversia con quienes proponen "el creacionismo y el diseño inteligente" como opciones alternativas a la evolución. Si bien estas opciones tienen numerosos seguidores, principalmente en los Estados Unidos, el consenso de los científicos es que la evolución mediante la selección natural es una teoría con tantas evidencias que se puede considerar un "hecho."


Finalmente, se plantearon dudas y cuestiones como las siguientes: ¿Tiene el evolucionismo relación con la cultura, la moral y la fe? ¿Es el ser humano un punto de llegada o sólo un paso, una transición? ¿Hacia dónde vamos? Si bien la evolución es una teoría enormemente robusta, para muchos individuos implica un problema personal. Quizás esta es la razón por la que, a 150 años de publicada, la obra de Darwin sigue siendo discutida con tanto interés y apasionamiento.


Roberto Blum

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