lunes, 28 de septiembre de 2009

Aforismo

La mayor belleza de los animales y los niños es que todavía son inocentes.

Amable Sánchez

jueves, 24 de septiembre de 2009

Decíamos ayer… (10)

Leo en El hombre y el Estado, de Maritain: “La persona humana, en tanto que individuo, es para el cuerpo político; y el cuerpo político es para la persona, en tanto que persona. Pero el hombre bajo ningún concepto es para el Estado. El Estado es para el hombre”. ¿Por qué, en la práctica, las cosas parecen ocurrir al revés? El hombre, cada hombre, es individuo y persona al mismo tiempo, aunque no de la misma manera. En ambos casos es un ser humano. En cuanto ser humano, es también un ente político. Como político, forma parte de una polis. Estado y polis no son la misma cosa. Polis es un concepto antiguo; Estado es un concepto relativamente moderno. La persona es primero. Sin persona no hay polis ni Estado. El individuo humano es una persona real. El Estado es una persona ficticia. El individuo humano, en cuanto persona, es un sujeto. El Estado es un instrumento al servicio del sujeto. Cuando ocurre lo contrario, como con tanta frecuencia ocurre, todo anda de cabeza. Hay que buscarle a esto una buena base ética: una base desde la cual enfocar, iluminar, distinguir y valorar, sin trampas ni subterfugios, el alcance de los actos del Estado y del ciudadano, para que cada uno asuma, sin trampas ni regateos, la responsabilidad que le corresponda. Eso se llama gobernabilidad.

Amable Sánchez

La ética y el dolor: sufrimiento bajo el agua


¿Cuál es el fundamento de nuestra responsabilidad ética? ¿Es acaso el imperativo categórico kantiano o los mandamientos de Moisés? Algunos argumentarían que es el principio de reciprocidad o el principio de utilidad. Sin embargo Peter Singer, quizás uno de los más famosos eticistas actuales, ha planteado que es la capacidad de los seres de sentir dolor lo que nos obliga a los humanos a responder éticamente.


Muchas personas creen que los peces y los crustáceos no sienten dolor. Sin embargo investigaciones recientes parecen demostrar que sus sistemas nerviosos son mucho más complejos que lo que antes se creía y que nuestra propia capacidad de sentir dolor es evolutivamente más antigua.


Joseph Garner de la Universidad de Purdue y sus colegas en Noruega han reportado que la respuesta al dolor de la carpa dorada (carassius auratus) muestra que estos animales experimentan conscientemente el dolor y su respuesta no es sólo una reacción refleja. Al someterlos a una situación dolorosa, con una inyección de morfina o sin ella, la reacción en ambos casos es diferente. El pez al que se le aplico la analgesia responde sin miedo, mientras que al que se le sometió a la prueba dolorosa sin el analgésico reacciona con una evitación temerosa.


Esta posición de Peter Singer parece ampliar nuestra responsabilidad ética frente a todos los seres que sienten dolor.


Roberto Blum

lunes, 21 de septiembre de 2009

Aforismo

Nuestra lealtad puede manifestarse de muchas formas y en muchos momentos, pero especialmente cuando nos fallan aquellos de quienes hemos esperado que siempre nos serían leales.

Amable Sánchez

Partiendo del refrán

Partiendo del refrán “trabajo y economía es la mejor lotería” y de la canción Money, money, money, el 10 de septiembre del 2009 la sesión del Centro de Ética David Hume giró en torno al tema Dinero ¿cuánto y cómo? Entre otras cosas, se dijo: el dinero, en sí mismo no es riqueza, es algo neutral: debe mantenerse circulando; el capitalista no es un avaricioso; la pobreza no es una virtud, sino una desgracia; ¿qué tipo de riquezas deseamos adquirir?; se entiende por usura el interés que está más allá de lo comúnmente aceptado; el dinero es un medio de intercambio, pero, debido a la facilidad con que éste se puede obtener; el problema es cómo se consigue: debemos recordar que no pueden violarse los derechos individuales; el valor del dinero se lo da la persona específicamente. Se mencionó a Aristóteles, quien dice que el dinero es una mercancía. Se mencionó asimismo la Biblia, y concretamente la parábola de los talentos. También se mencionó al Islam, en cuyo ámbito, al parecer, se prohíbe el préstamo con interés. Alguien con autoridad, y muy querido por todos, dijo que todo el enfoque que se le estaba dando a la reunión respondía a un concepto “pre-Misesiano”.

Amable Sánchez

viernes, 18 de septiembre de 2009

Decíamos ayer… (9)

¿Hay alguna base sobre la cuál asentar nuestra responsabilidad, entendida como comportamiento ético? ¿Cuál? ¿La herencia, la costumbre, la rutina, la historia, la revelación, la fe, el miedo? Parece que lo que está fuera de toda duda es que tenemos que ser responsables; que ser responsables y comportarnos éticamente viene a ser lo mismo; que ser responsables y adoptar un comportamiento ético es responder de nosotros: de nuestras ideas, nuestras palabras, nuestras acciones, nuestras omisiones y nuestras actitudes. ¿Ante quien? Primero, ante nosotros mismos; después, ante los demás. La irresponsabilidad es la levadura del caos social. Nuestra responsabilidad supone nuestra libertad y el buen uso de la misma. También supone el respeto a la libertad de los otros. Aunque tengan su razón de ser, no parece convincente que la base de nuestra responsabilidad y de nuestro comportamiento ético lo constituyan la herencia, la costumbre, la rutina o la historia. Ni siquiera la fe. Menos aún el miedo. Se me ocurre –y lo que voy a decir solo es una opinión personal– que la base de nuestra responsabilidad y de nuestro comportamiento ético es nuestra propia naturaleza de individuos humanos y sociales. Digo naturaleza y no simple condición. Una naturaleza racional, capaz de ver, prever, pesar y asumir consecuencias. En el fondo de nuestra naturaleza radica nuestro deseo de sobrevivir, de no destruirnos, de salir adelante como individuos y como especie. La violencia y la inseguridad que la misma genera solo pueden explicarse como atrofia de aquello que nos constituye en lo que somos y en lo que debemos ser.

Amable Sánchez

lunes, 14 de septiembre de 2009

Aforismo

Nunca pienses que lo que ves o te ocurre, por malo que sea, es lo peor…, ni que, por bueno que sea, es lo mejor: siempre habrá algo peor o mejor que eso. De esta manera te mantendrás en equilibrio y erguido entre el pesimismo y la ingenuidad.

Amable Sánchez

El precio de la vida


¿Cuanto vale una vida humana? ¿Se le puede poner precio? ¿Vale lo mismo la vida de un joven que la de un anciano? ¿Cuál es la relación costo beneficio de cualquier intervención de salud? Esta son algunas de las preguntas que tienen que responder necesariamente quienes toman decisiones de vida y muerte. Los médicos, el staff de los hospitales, los familiares de los enfermos o los propios enfermos tienen alguna vez que enfrentar esta difícil decisión.


Quizás hay que seguir siempre el antiguo consejo “Memento mori”, si queremos una buena vida hay que prepararnos para bien morir.


Roberto Blum

sábado, 12 de septiembre de 2009

Pensando lo impensable


En algún momento en los próximos 25 años las maquinas mostraran todas las características de una mente humana, emociones y sentimientos, inteligencia, habilidades, creatividad y movimiento, nos dice Ray Kurzweil quien también afirma que para el 2020 por mil dólares podremos adquirir una computadora con la misma capacidad que un cerebro humano y para el 2029 el software de la inteligencia humana habrá sido emulado de tal manera que nuestras computadoras de mil dólares tendrán la capacidad de mil cerebros humanos.


Cuando una mente “mecánica,” producto de nuestra tecnología nos diga “estoy triste y sola, necesito compañía” ¿podremos creerle? ¿Tendremos alguna obligación moral con respecto a esa nuestra creación?


Y si le creemos a Kurzweil sus predicciones tecnológicas y en realidad podamos en el futuro cercano “downloadearnos” a un archivo virtual, ¿seremos nosotros mismos viviendo ahora en el ciberespacio? ¿Qué habrá pasado con nuestro libre albedrio? ¿Qué significará moralmente la inmortalidad?


El futuro que parece ciencia ficción esta mucho más cerca de lo que imaginamos y esta nueva realidad nos obliga a pensar lo impensable.


Roberto Blum

jueves, 10 de septiembre de 2009

Los 36 hombres justos


Entre los judíos existe la leyenda de que en cada generación hay 36 hombres justos que son quienes impiden la destrucción del mundo así como los 10 justos en Sodoma hubieran evitado su destrucción.


Esta leyenda surge cien años después de que el rabí Simón ben Yohai del siglo II, a quien se le atribuye la redacción del texto cabalístico “Zohar,” presumiera que si él mismo, su hijo Eleazar y Yotam, el hijo del rey Uziahu vivieran al mismo tiempo, Dios no juzgaría el mundo.


El erudito rabino amoreo Abbahu, encuentra que en el libro de Isaías se dice “Benditos son todos los que esperan por Él” que en hebreo se lee ashrei kol h.okhei lo. La palabra lo significa Él pero numéricamente representa 36 (Lamed Vav). Así si ponemos una coma antes de lo, significa “Benditos todos los que esperan, son 36.”


Gershom Scholem especula en un ensayo que el número de los 36 justos, proviene de la antigua astrología egipcia en el que cada una de las 36 divisiones de 10 grados del circulo celeste estaba presidido por una deidad celestial. Posteriormente los rabinos integraron esta visión politeísta en la visión monoteísta del judaísmo.


Es pues interesante observar las transformaciones de nuestras ideas y conceptos con el paso del tiempo y la migración de una cultura a otra. Ahora, los 10 justos de Sodoma o los 36 justos del judaísmo se establecen en el imaginario judicial de Guatemala.


Roberto Blum

Decíamos ayer… (8)

Casi resulta enternecedor el diálogo entre Yavé y Abraham, recogido en los capítulos 18 y 19 del Génesis, ante la clara amenaza y la inminente posibilidad de que Dios destruyera a Sodoma, a causa de la depravación de sus habitantes. Dios pone como condición la existencia en la ciudad de cincuenta justos para no destruirla. Pero no existen. Entonces Abraham empieza a pedirle –más bien a suplicarle– que haga una rebajita. Dios está anuente a ello y Abraham empieza a crecerse en su esperanza. La rebaja pasa hasta cuarenta, hasta treinta, hasta veinte, hasta diez… Pero en Sodoma no había siquiera diez justos. Solamente Lot, su esposa y sus dos hijas. Entonces Dios destruyó a Sodoma y Gomorra.

Recuerdo este pasaje ante la selección que se está haciendo de los candidatos a ocupar las magistraturas de la Corte Suprema de Justicia y de la Corte de Apelaciones. ¿Adónde nos llevará esto? La malla de la zaranda es espesa y la zaranda no deja de moverse. Se trata de cerner y de cerner lo más fino posible. Nada de salvado ni de ninguna otra impureza: ¡solo harina pura! ¿Habrá en Guatemala siquiera veinte hombres justos, diez, cinco…? Esperemos que sí. Esperemos que incluso haya más, muchos más. ¿Cuántos? En cualquier caso, el ejercicio vale la pena. Es este un ejercicio al que no estábamos acostumbrados. Quizás hasta pensábamos que no se produciría nunca. Pero ahí están las comisiones, con la mano en la conciencia, porque, gracias a Dios y a la ley, en el país hay conciencia todavía. ¡Guatemala no seguirá la suerte de Sodoma y Gomorra!

Amable Sánchez

lunes, 7 de septiembre de 2009

Aforismo

El recuerdo es a veces la única forma de mantenernos vivos.

Amable Sánchez

jueves, 3 de septiembre de 2009

Tolerancia, ¿hasta dónde?


El “Periódico” publicó el 1 de septiembre una nota sobre la campaña que circula en algunos autobuses urbanos de la ciudad Guatemala para concientizar a la población sobre la homofobia (temor pánico u odio o rechazo a la homosexualidad) que es causa de crímenes violentos contra los homosexuales o travestis.


En 1998 Mathew Shepard, un estudiante de 21 años de la Universidad de Wyoming en los Estados Unidos fue asesinado por ser homosexual. Por desgracia tampoco ha sido el último.


La reacción de los lectores a esta nota ha sido variada. Sin embargo me sorprende observar una fuerte intolerancia a esta preferencia sexual basada en argumentos religiosos o morales supuestamente basados en “la naturaleza.”


Como amantes de la libertad individual, ¿Dónde están los límites de la tolerancia?


Roberto Blum

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Discusión sobre El hombre en busca del sentido último

El día 27 pasado se reunió el club de lectura del Centro de Ética David Hume en torno al libro de Víctor E. Frankl El hombre en busca del sentido último. Quizá haya sido esta una de las reuniones más numerosas. Tal vez también de las más interesantes. Seguramente podrá interpretarse esto como una buena señal, eco del viejo homo sum et nihil humanum a me alienum est: soy hombre y nada humano me es ajeno. Es posible que cualquier decadencia se inicie cuando lo humano deja de interesar. ¿Qué otra cosa puede ser más importante? Lo humano es el hombre, pero no aséptico y en abstracto, sino en concreto: primero, el hombre que busca; segundo, que busca un sentido a su vida; y tercero, que el sentido que busca no es cualquiera, sino el sentido último. Es decir: un sentido que dé respuesta a todas las preguntas y sea razón definitiva de todo.

Consuela y estimula saber que un psiquiatra, que estuvo en los campos de concentración, diga que "lo espiritual es lo humano en el hombre", que usa el término espiritual sin connotación religiosa alguna y que "solo desde el punto de vista de la espiritualidad o existencialidad del hombre se hace posible describir al ser humano en términos de ser responsable". Hubo en la reunión muchas opiniones interesantes y muchos comentarios valiosos. No en todo se coincidió. Pero creo estar en lo cierto si sostengo que sí se coincidió en que, a fin de cuentas, cada individuo humano solo puede salvarse por el sentido que tenga de su responsabilidad: una responsabilidad individual, proyectada socialmente, respecto de lo que piensa, lo que dice, lo que omite y lo que hace.

Amable Sánchez

martes, 1 de septiembre de 2009

Un viaje sin regreso

Si la humanidad quiere mejorar sus probabilidades de sobrevivir en el largo plazo, debemos comenzar a colonizar otros planetas. Nuestro vecino más cercano y nuestra mejor opción inmediata es el planeta Marte.


Sin embargo, el proceso de colonización y una eventual terraformación probablemente requiera que los colonos realicen un viaje sin regreso. Los costos y los peligros de los viajes interplanetarios son enormes según afirma Lawrence Krauss, director del proyecto “Iniciativa de los Orígenes” en la Universidad del Estado de Arizona.


¿Cómo escoger esos colonos? En el pasado, muchos colonos australianos fueron criminales expulsados, o bien fueron perseguidos políticos o religiosos los que arribaron a Norteamérica o individuos emprendedores los de la colonización ibérica en los nuevos mundos.


Quizás debemos comenzar a pensar en tales cuestiones. ¿Quién pagaría los costos monetarios en tal aventura del género humano? ¿Familias completas, matrimonios u hombres y mujeres solteros? Si deseamos un rápido crecimiento de la población colonizadora, ¿Qué proporción de hombres y mujeres?


Roberto Blum