jueves, 10 de septiembre de 2009

Decíamos ayer… (8)

Casi resulta enternecedor el diálogo entre Yavé y Abraham, recogido en los capítulos 18 y 19 del Génesis, ante la clara amenaza y la inminente posibilidad de que Dios destruyera a Sodoma, a causa de la depravación de sus habitantes. Dios pone como condición la existencia en la ciudad de cincuenta justos para no destruirla. Pero no existen. Entonces Abraham empieza a pedirle –más bien a suplicarle– que haga una rebajita. Dios está anuente a ello y Abraham empieza a crecerse en su esperanza. La rebaja pasa hasta cuarenta, hasta treinta, hasta veinte, hasta diez… Pero en Sodoma no había siquiera diez justos. Solamente Lot, su esposa y sus dos hijas. Entonces Dios destruyó a Sodoma y Gomorra.

Recuerdo este pasaje ante la selección que se está haciendo de los candidatos a ocupar las magistraturas de la Corte Suprema de Justicia y de la Corte de Apelaciones. ¿Adónde nos llevará esto? La malla de la zaranda es espesa y la zaranda no deja de moverse. Se trata de cerner y de cerner lo más fino posible. Nada de salvado ni de ninguna otra impureza: ¡solo harina pura! ¿Habrá en Guatemala siquiera veinte hombres justos, diez, cinco…? Esperemos que sí. Esperemos que incluso haya más, muchos más. ¿Cuántos? En cualquier caso, el ejercicio vale la pena. Es este un ejercicio al que no estábamos acostumbrados. Quizás hasta pensábamos que no se produciría nunca. Pero ahí están las comisiones, con la mano en la conciencia, porque, gracias a Dios y a la ley, en el país hay conciencia todavía. ¡Guatemala no seguirá la suerte de Sodoma y Gomorra!

Amable Sánchez

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