domingo, 16 de agosto de 2009

¿Hasta dónde llega la tolerancia?

Tolerancia se define, según el Diccionario de la Lengua Española, como respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias.
Si abrimos la discusión más a un campo filosófico, se puede argumentar que es más importante el respeto a la persona y no necesariamente a cualquier idea o práctica que esa persona ejerciese.
Quiero ir aún más allá: ¿Debo respetar y tolerar a una persona que deliberadamente modifica hechos comprobados?

Para concretizar, me estoy refiriendo a un artículo de Carolina Escobar Sarti publicado en Prensa Libre el jueves 13 de agosto de 2009, sección Opinión, en el cual elabora: "luego de una lectura exhaustiva" sobre su oposición a la propuesta de ProReforma. En el cuarto parágrafo escribe “Los siete mil firmantes de dicha iniciativa (no 73 mil, como ellos dicen), se hacen portavoces del resto de la población,…”

Esta pronunciación no se puede interpretar de otra forma que de mala fe y manipulación de la opinión pública; al fin y al cabo se ocupó exhaustivamente del tema!

Veamos lo que escribe Alfred Kaltschmitt en Prensa Libre el viernes 14 de agosto de 2009, sección Opinión, en el segundo parágrafo: “Se han reunido y presentado al Congreso 73 mil 193 firmas. Comprobadas y auditadas. De esas 73 mil 193 se hizo una muestra aleatoria de siete mil, porque muchos firmantes solo pusieron su número de cédula, mas no su número de empadronamiento, y así cumplir con el requisito de reunir un mínimo de cinco mil firmas para plantear la solicitud de un referendo.”

Aquí, en el Blog del Centro de Ética David Hume, no se trata de si estoy a favor o en contra del proyecto ProReforma, sino de la responsabilidad de una escritora que tiene una columna semanal, que se asume que es una profesional y que tendría que tener los criterios intelectuales y éticos para defender sus ideas con seriedad y, sobre todo, con veracidad. Incluso con esa manipulación de hechos descalifica por completo cualquier otro argumento válido que hubiese hecho.

Y así llego a la conclusión de que con esa persona no puedo ser tolerante; es una pérdida de tiempo leer sus artículos.

El proyecto ProReforma merece un análisis serio, un debate dinámico. Todos aprendemos del diálogo, no hay nada perfecto, siempre hay mejoras. ¡Pero que se mantenga el respeto!

Erika Bornholt

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