miércoles, 10 de febrero de 2010

Primer almuerzo del año


El jueves 4 de febrero, el Centro de Ética David Hume celebró el primer diálogo socrático, que giró en torno a esta pregunta: “En un ambiente social caótico, ¿es preferible una enseñanza racional de la ética o una educación de los sentimientos morales?” A reserva de que el problema estuviera o no bien formulado, lo que enseguida se puso de manifiesto es que las opciones éticas se pueden analizar desde la razón o desde los sentimientos del hombre, y que, paralelamente, el comportamiento moral del ser humano puede estar sustentado primordialmente en la razón o primordialmente en los sentimientos.

En vista de la conmoción que ha producido en el país, enseguida se puso sobre el tapete el asunto Rosenberg y el informe que sobre el mismo rindió Carlos Castresana, director de la CICIG. El hecho suscitó un gran interés entre los asistentes.

A los largo de la discusión se barajaron ideas como éstas: Es un error pensar que la hipótesis de Castresana es ciento por ciento verdadera. Aunque parezca lo contrario, ningún dilema se puede plantear en términos de blanco-negro. (Preguntamos: ¿habrá dilemas de múltiples cuernos?). El racionalismo es una corriente filosófica. El juicio moral puede ser racional o irracional. Es muy importante recordar el principio “no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti”. La emoción es una respuesta al parecer rápida, pero en realidad es sicosomática: se procesa y luego se analiza. Con la mentira se puede explotar a los demás y hacerlos objeto de un mal trato. Los seres humanos mentimos constantemente. ¿Qué es un juicio moral?: ¿solo se pueden derivar de él el bien o el mal para los otros? Sí es posible aprender de los sentimientos. Algunas personas afirmaron que el instinto no existe. Para Freud, la moral se aprende de los padres, es el superego.

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