¿Quién dijo –y con qué sentido– que lo mejor es enemigo de lo bueno? Cuando yo era niño, mis juguetes –caseros, naturalmente– se reducían a tres: un aro, una peonza y una pelota. La pelota tenía un núcleo de tiras de hule, en torno al cual, como formando un ovillo, se amarraba una determinada cantidad de hilo. Todo ello se forraba después con correal: piel de perro, debidamente depilada y curtida. Mi primera pelota de goma –goma virgen, se entiende– era casi un cubo, con las aristas un poco chatas. ¿Por dónde andaría entonces la redondez?
Como hemos avanzado tanto –a las pruebas me remito–, ahora resulta que uno de los defectos que tiene el famoso Jabulani es que es demasiado redondo. Óigame usted: ¡demasiado redondo¡ ¿Y por qué no lo hicieron un poquito cuadrado o un poquito picudo? ¿No habría sido preferible jugar un mundial de fútbol con un balón de rugby? Y, claro, como, según mi abuela (q.e.p.d), una desgracia nunca viene sola, escuchen esto: “Los expertos concluyeron que, pese a su sistema gripngroove, superficie rugosa para facilitar su toma por parte de los porteros, Jabulani tenía características aerodinámicas parecidas a las de una esfera perfecta. Podría salir disparada con más velocidad, pero ir más lenta brutalmente (sic)”. “´Las costuras del Jabulani son internas, el balón parece entonces una esfera perfecta´” ¿Y por qué no le hicieron las costuras externas, para humillar un poco esa perfección? Si perfección es lo que nos sobra en el mundo, ¿o no?
“´A causa de la forma del Jabulani, el tiempo de contacto con el pie es menor´” ¡Vaya por Dios! ¿Y por qué no le añadieron una meaja de goma fuera, para que se aquerenciara un poquitillo más con el dichoso pie?
¿Qué tal si ahora todos los equipos que han perdido les echaran la culpa a la maldita perfección de la pelota? ¿A quién van a demandar? (Para que vea que no exagero, abra el diario Prensa Libre, del lunes 5 de julio del 2010, por la página 52).
Amable Sánchez
lunes, 5 de julio de 2010
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