El estado de Washington aceptó el 5 de marzo pasado una disposición que permite el suicidio asistido. Esta es semejante a la del vecino estado de Oregón que ha permitido que alrededor de 400 personas terminen voluntariamente con sus vidas en los últimos 10 años.
La señora Linda Fleming de 66 años de edad -- victima de un cáncer pancreático -- fue la primera persona que aprovecho el nuevo estatuto conocido como “ley para permitir la muerte con dignidad”. Su médico le prescribió los barbitúricos que acabaron con su vida.
Este tipo de disposiciones legales, que probablemente veremos cada vez con mayor frecuencia, han generado y sin duda seguirán generando acalorados debates entre quienes defienden la vida sobre todas las cosas y aquellos otros que defienden el derecho de cada persona a morir en las circunstancias que cada quien considere convenientes.
Si bien el suicida no puede nunca ser castigado legalmente, quien ayuda al suicida a terminar con su vida si puede ser sujeto de una sanción legal. Las leyes de estos dos estados de la Unión Americana descriminalizan esa ayuda, pero, ¿qué decir respecto de la moral de los médicos que los ayudan? ¿Es licito para quienes han jurado defender la vida ayudar a morir a quienes asi lo desean? ¿Cualquier tipo de vida vale la pena?
Todas estas preguntas y mas estan sobre el tapete de la discusión.
Roberto Blum
miércoles, 27 de mayo de 2009
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